Con toda seguridad el viajero debe aspirar a algo más que contar sus anécdotas o aventuras.
En Frómista se debe visitar San Martín, conocer el Canal de Castilla y quizá recorrer algunos kilómetros del Camino de Santiago. Pero Frómista es un pueblo vivo, con alma.
Conocer Frómista, sobrepasa la suavidad de las piedras de San Martin y las fronteras, conocer Frómista es sentir y permanecer en él.